Complejo Judicial

Porwebmaster

Complejo Judicial

Nota remitida por el Ministro de la  SCBA, Dr. Daniel Fernando Soria, al Colegio de Arquitectos local

 

 

La Plata, 26 de abril de 2013

Estimado Presidente del Colegio de Arquitectos Distrito IX

Arq. Carlos Alberto Ronda:

Como no podré asistir a la ceremonia que en el día de hoy se celebrará a fin de dar entrega a los premios correspondientes al Concurso Nacional de Ideas y Anteproyectos del Complejo Judicial de la ciudad de Mar del Plata, me he permitido comunicarme por esta vía con usted y, a través suyo, con las autoridades del Colegio de Arquitectos, Distrito IX, en mi carácter de ministro y vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, para sumarme a tan importante acto.

Varias razones me impulsan a hacerlo; trataré de resumirlas.

 

 

Quienes transitamos por funciones profesionales no tenemos más remedio que empeñarnos en ver las cosas tal cual son, a la sobria luz de de lo real, como dijera Muñoz Molina.  Con discreta satisfacción observo el final de una nueva fase en el marco de un proyecto colectivo, de primer orden para el poder judicial de la provincia y para vuestra gran ciudad.

Recuerdo que, impulsada por las instituciones de Mar del Plata, entre otras, por su Colegio de Abogados, la idea de la Ciudad Judicial, a mediados de 2007, estaba en ciernes.  El 8 de junio de ese año se firmó un convenio con el Organismo Nacional de Administración de Bienes, ONABE, por el que se confirió el uso precario y gratuito a la Corte. En ese mismo año se solicitó al Poder Ejecutivo Nacional la donación de los inmuebles, para lo cual acompañamos un proyecto de ley. Recién en marzo de 2011 se sancionó la ley 26.673 por la que el Estado Nacional cede el dominio y los derechos sobre las tierras, con destino a la construcción de la ciudad judicial de Mar del Plata. Ha transcurrido mucho tiempo pero aquel impulso inicial de a poco fue cobrando seriedad. De concretarse, su logro será producto de un largo y esforzado andar en común. Esta es la primera idea que deseaba poner de relieve.

En segundo lugar, un complejo edilicio de la magnitud del que hablamos desborda el acotado sentido proyectual que caracteriza a otros equipamientos estándar. Su consideración exige reflexionar en torno de la capacidad transformadora del proyecto y, con ello, sobre la serie de implicaciones que su eventual concreción ha de generar. Como la iniciativa encierra una verdadera intervención urbana, surte efectos sobre la dinámica de la ciudad, sobre su centralidad y estructura.

En ese contexto el concurso de ideas que en su hora sugerimos, y que ha sido adecuadamente organizado por el Colegio de Arquitectos Distrito IX, permite racionalizar las variables que se conjugan en derredor de este tipo de iniciativas. Esta metodología, una suerte de diálogo público profesionalmente cualificado (en nuestro caso, sobre justicia, proyecto y ciudad), jerarquiza a la propuesta arquitectónica, al nutrirla, a partir de los requerimientos planteados por los diversos niveles del estado, con los aportes de jurados, asesores y participantes, todos aunados en un intercambio que supera la lógica rutinaria y burocrática, propia del obrar administrativo medio en nuestro país.

Descuento que los aspectos urbano-ambientales no estuvieron ausentes en la valoración efectuada por el jurado. Todo emprendimiento de esta índole contiene una ponderación de tales factores y debe adecuarse a sus condicionamientos.  Los retos emergentes de los principios de sostenibilidad y utilización racional de los recursos, armonía de los usos, respeto de los bienes públicos y el entorno urbano, entre otros, se suman a los deberes del Estado en esta materia, pero también, estimo, dan cuenta de un compromiso contemporáneo, puntual e inaplazable, que los profesionales de la arquitectura deben asumir plenamente.

En este marco, me permito solicitarle, de ser posible, haga llegar un saludo especial al arquitecto Alberto Sbarra, ganador de este concurso junto con los arquitectos Castellani, Flores, Moroni, Martínez y Speroni. Días atrás me enteré de que había participado y obtenido el primer premio, lo cual me reconforta porque conozco su talento creativo, elevada capacidad y rectitud profesional.  También, se sirva extender mi reconocimiento a los demás postulantes, a los asesores y en particular a los ganadores del segundo premio, arquitectos Sirolli y Resta y a los miembros de jurado, arquitectos Varas, Arrese, Becerra, Jakubowicz, Mattanella, Faivre, Bertolino, Mastropietro y Fernández.

De ahora en adelante nuestro poder judicial, las instituciones de la ciudad de Mar del Plata y su sociedad tendrán que seguir procurando materializar la idea. Se trata por cierto de una meta nada sencilla, pero estimula pensar que no es imposible.

En estos días, en el orden nacional, las instituciones judiciales han sido instaladas en el centro de coléricas discusiones, en un enmarañado debate expuesto por los medios de comunicación, con su característica superficialidad. Como fuere, se refleja allí una fotografía del desencuentro.

En contraste, en la ceremonia que hoy realizará el Colegio estará presente la idea de una Ciudad Judicial, moderna pero austera, sustentable, enclavada como proyecto urbano participativo y socialmente relevante. El asunto es promover el acceso a condiciones de infraestructura adecuadas para el desarrollo de la función jurisdiccional. La fotografía ilustra otro tipo de panorama.

Al tiempo que elogio a la creatividad que se dará cita en ese evento, ansío que sus frutos redunden en la mejora de la Justicia y que ello pueda ser vivenciado por la comunidad marplatense.

Cordialmente,
Daniel Fernando Soria

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Complejo Judicial

Nota remitida por el Ministro de la  SCBA, Dr. Daniel Fernando Soria, al Colegio de Arquitectos local

 

 

La Plata, 26 de abril de 2013

Estimado Presidente del Colegio de Arquitectos Distrito IX

Arq. Carlos Alberto Ronda:

Como no podré asistir a la ceremonia que en el día de hoy se celebrará a fin de dar entrega a los premios correspondientes al Concurso Nacional de Ideas y Anteproyectos del Complejo Judicial de la ciudad de Mar del Plata, me he permitido comunicarme por esta vía con usted y, a través suyo, con las autoridades del Colegio de Arquitectos, Distrito IX, en mi carácter de ministro y vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, para sumarme a tan importante acto.

Varias razones me impulsan a hacerlo; trataré de resumirlas.

 

 

Quienes transitamos por funciones profesionales no tenemos más remedio que empeñarnos en ver las cosas tal cual son, a la sobria luz de de lo real, como dijera Muñoz Molina.  Con discreta satisfacción observo el final de una nueva fase en el marco de un proyecto colectivo, de primer orden para el poder judicial de la provincia y para vuestra gran ciudad.

Recuerdo que, impulsada por las instituciones de Mar del Plata, entre otras, por su Colegio de Abogados, la idea de la Ciudad Judicial, a mediados de 2007, estaba en ciernes.  El 8 de junio de ese año se firmó un convenio con el Organismo Nacional de Administración de Bienes, ONABE, por el que se confirió el uso precario y gratuito a la Corte. En ese mismo año se solicitó al Poder Ejecutivo Nacional la donación de los inmuebles, para lo cual acompañamos un proyecto de ley. Recién en marzo de 2011 se sancionó la ley 26.673 por la que el Estado Nacional cede el dominio y los derechos sobre las tierras, con destino a la construcción de la ciudad judicial de Mar del Plata. Ha transcurrido mucho tiempo pero aquel impulso inicial de a poco fue cobrando seriedad. De concretarse, su logro será producto de un largo y esforzado andar en común. Esta es la primera idea que deseaba poner de relieve.

En segundo lugar, un complejo edilicio de la magnitud del que hablamos desborda el acotado sentido proyectual que caracteriza a otros equipamientos estándar. Su consideración exige reflexionar en torno de la capacidad transformadora del proyecto y, con ello, sobre la serie de implicaciones que su eventual concreción ha de generar. Como la iniciativa encierra una verdadera intervención urbana, surte efectos sobre la dinámica de la ciudad, sobre su centralidad y estructura.

En ese contexto el concurso de ideas que en su hora sugerimos, y que ha sido adecuadamente organizado por el Colegio de Arquitectos Distrito IX, permite racionalizar las variables que se conjugan en derredor de este tipo de iniciativas. Esta metodología, una suerte de diálogo público profesionalmente cualificado (en nuestro caso, sobre justicia, proyecto y ciudad), jerarquiza a la propuesta arquitectónica, al nutrirla, a partir de los requerimientos planteados por los diversos niveles del estado, con los aportes de jurados, asesores y participantes, todos aunados en un intercambio que supera la lógica rutinaria y burocrática, propia del obrar administrativo medio en nuestro país.

Descuento que los aspectos urbano-ambientales no estuvieron ausentes en la valoración efectuada por el jurado. Todo emprendimiento de esta índole contiene una ponderación de tales factores y debe adecuarse a sus condicionamientos.  Los retos emergentes de los principios de sostenibilidad y utilización racional de los recursos, armonía de los usos, respeto de los bienes públicos y el entorno urbano, entre otros, se suman a los deberes del Estado en esta materia, pero también, estimo, dan cuenta de un compromiso contemporáneo, puntual e inaplazable, que los profesionales de la arquitectura deben asumir plenamente.

En este marco, me permito solicitarle, de ser posible, haga llegar un saludo especial al arquitecto Alberto Sbarra, ganador de este concurso junto con los arquitectos Castellani, Flores, Moroni, Martínez y Speroni. Días atrás me enteré de que había participado y obtenido el primer premio, lo cual me reconforta porque conozco su talento creativo, elevada capacidad y rectitud profesional.  También, se sirva extender mi reconocimiento a los demás postulantes, a los asesores y en particular a los ganadores del segundo premio, arquitectos Sirolli y Resta y a los miembros de jurado, arquitectos Varas, Arrese, Becerra, Jakubowicz, Mattanella, Faivre, Bertolino, Mastropietro y Fernández.

De ahora en adelante nuestro poder judicial, las instituciones de la ciudad de Mar del Plata y su sociedad tendrán que seguir procurando materializar la idea. Se trata por cierto de una meta nada sencilla, pero estimula pensar que no es imposible.

En estos días, en el orden nacional, las instituciones judiciales han sido instaladas en el centro de coléricas discusiones, en un enmarañado debate expuesto por los medios de comunicación, con su característica superficialidad. Como fuere, se refleja allí una fotografía del desencuentro.

En contraste, en la ceremonia que hoy realizará el Colegio estará presente la idea de una Ciudad Judicial, moderna pero austera, sustentable, enclavada como proyecto urbano participativo y socialmente relevante. El asunto es promover el acceso a condiciones de infraestructura adecuadas para el desarrollo de la función jurisdiccional. La fotografía ilustra otro tipo de panorama.

Al tiempo que elogio a la creatividad que se dará cita en ese evento, ansío que sus frutos redunden en la mejora de la Justicia y que ello pueda ser vivenciado por la comunidad marplatense.

Cordialmente,
Daniel Fernando Soria